La verdadera corrupcion
Un refrán muy sabio chino, y que bien podría aplicarse a la actual situación que vive la ONU, dice: «Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa». En pocos días, el ghanés Kofi Annan, deberá enfrentarse a las exigencias impuestas por 191 miembros de la Asamblea General para llevar a cabo las reformas de la organización en medio de graves acusaciones por corrupción, fraude y despilfarro llevado a cabo por familiares y amigos de Annan, gracias al programa Petróleo por Alimentos (PPA), uno de los mayores fraudes a nivel mundial conocido hasta ahora.
El programa fue diseñado en 1995 y operó desde 1996 a 2003, convirtiéndose en el proyecto de ayuda más ambicioso de toda la historia de las Naciones Unidas. Pretendía establecer en Irak un plan económico centralizado y controlado por la ONU para amortiguar el sufrimiento de la población iraquí debido al embargo que sufría su país por parte de las mismas Naciones Unidas. Se manejaron cerca de 129.000 millones de dólares, de los cuales aproximadamente unos 10.000 terminaron en las arcas privadas del líder iraquí Sadam Hussein.Este dinero sería utilizado en la adquisición y desarrollo de nuevos armamentos, en reconstruir palacios y pagar sobornos a empresas, funcionarios y políticos a nivel mundial partidarios del ataque a Irak por parte de los Estados Unidos.
El propio Kofi Annan, con cara de indignación, apareció ante los medios de comunicación asegurando que una investigación independiente de la propia ONU revelaría las tramas ocultas del PPA. Liderada por Paul Volcker, de 76 años y ex presidente de la Reserva Federal, el informe sacó a la luz algo que nadie esperaba: la implicación de Kojo Annan y Kobina Annan, hijo y hermano respectivamente del Secretario General, en la red de corrupción tejida por el líder iraquí.
En el mes de noviembre de 2004, el Subcomité de Investigaciones del Senado norteamericano, acusó a Kofi Annan de intentar bloquear las investigaciones llevadas a cabo dentro del PPA. Al parecer, el Secretario General de la ONU había impedido a los investigadores el acceso a 55 documentos de auditorías internas e impidió que funcionarios de las Naciones Unidas fuesen interrogados por los miembros del Subcomité. Estaba claro que Annan tenía algo que esconder.
«Me siento muy decepcionado por la conducta de mi hijo» declaró Kofi Annan cuando los medios de comunicación comenzaron a rastrear el papel de su retoño. Kojo, de 32 años, trabajó entre 1995 y 1998 como consultor para Cotecna Inspections, una empresa suiza contratada para inspeccionar los contratos del programa. Aunque Kojo dejó de trabajar el mismo mes en que la empresa fue agraciada con el contrato de la ONU, sí pertenecía a ella durante la fase de adjudicación.
Nacido en la elegante Ginebra en julio de 1973, el hijo del máximo líder de la ONU fue testigo desde muy pequeño de cómo sus padres se divorciaban, mientras pasaba su infancia en elitistas colegios de Gran Bretaña y Suiza. Kojo y su hermano son hijos de una nigeriana, primera esposa de Annan. En 1985, el Secretario General se casó en segundas nupcias con la abogada sueca Nane Lagergren.
Con 22 años, uno antes de que su padre fuese elegido Secretario General de la ONU, es contratado por Cotecna. Después, durante el año 2000, es nombrado directivo de Air Harbour Technologies, una empresa con sede en la Isla de Man y dirigida por el hijo del jeque Yamani, ex ministro saudí del petróleo y ex dirigente de la OPEP. En noviembre de 2004 aparecían las primeras informaciones que demostraban que Kojo había estado cobrando 3.000 dólares mensuales -hasta febrero de 2004- de Cotecna, con la que aparentemente había dejado de tener relación.
Desde un principio la maquinaria onusiana de relaciones públicas se defendió alegando que no existía ninguna relación entre el joven Annan con Cotecna. También negó que eso pudiera haber influido en la elección de la empresa suiza como inspectora del programa.Como se demostró posteriormente, la cifra total cobrada por el hijo de Kofi Annan de Cotecna ascendía, entre salarios y dietas, a 310.000 dólares. El joven Annan quedaba así sujeto a una citación ante un Gran Jurado de Manhattan para clarificar su conexión con la empresa. El 30 de noviembre el propio Kofi Annan confesaba sentirse «decepcionado y sorprendido» por las revelaciones.
En diciembre, por ejemplo, se supo que el hijo del Secretario General mantuvo estrechos contactos con jefes de Estado y de Gobierno y altos diplomáticos de la ONU para explicarles los servicios que Cotecna podría ofrecer a sus países. También se sabe que en septiembre de 1998, Kojo organizó una serie de encuentros durante la apertura de la sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas entre dignatarios y ejecutivos de Cotecna en Nueva York.
En una factura enviada por Kojo Annan a la sede de la compañía en Suiza, requería el pago de 500 dólares diarios -durante 15 días, en total 7.500 dólares-, por el trabajo realizado en Nueva York. La factura en poder de los medios de comunicación incluía gastos realizados por Kojo Annan en Nigeria y otros países de Africa y en la ciudad sudafricana de Durban, a donde el Secretario General de la ONU había acudido para mantener reuniones con líderes africanos miembros del Movimiento de No Alineados. Ginny Wolfe, portavoz de Cotecna, terminó por confirmar que el joven Annan, «fue enviado a las reuniones en Nueva York y Sudáfrica para realizar tareas de lobby a favor de la compañía».
EL «TIO» ANNAN
El 14 de junio de 2005, el Comité de Investigación Independiente (IIC, son sus siglas en inglés), decidió reabrir las investigaciones contra Kofi Annan, tras exonerarlo de responsabilidades tres meses antes, cuando The New York Times reveló que el propio Annan mantuvo una reunión secreta en París en 1998, con el empresario africano Michael Wilson, hijo de un diplomático ghanés, vicepresidente de Cotecna y amigo de la infancia de su hijo Kojo.
El alto ejecutivo de la firma auditora envió entonces dos correos electrónicos a su central en los que aseguraba que durante la reunión, Annan, a quien llama «tío», le había «animado a completar el proceso de adjudicación lo mejor posible» y les avanzaba que podían contar con su apoyo. La existencia de esta reunión contradecía por completo la versión defendida públicamente por Kofi Annan sobre que ni intercedió para adjudicar este contrato, ni discutió con esta empresa ni con su hijo Kojo su participación en el programa.
Meses después, el escándalo del PPA volvía a tocar a otro familiar del Secretario General: su propio hermano Kobina Annan. Segundo de cinco hermanos -Kofi es el tercero- y actual embajador de Ghana en Marruecos, Kobina podría haber sido el intermediario entre Sadam Hussein y alguno de los tres empresarios marroquíes beneficiados por la red de sobornos del PPA, Abdullah Al-Silawi (7.2 millones de barriles), Nadhil Al-Hashimi (5.7 millones de barriles) o Mohamed Al-Basri (4.5 millones de barriles).
También, el hijo de Kobina -del mismo nombre- fue contratado por la firma neoyorquina de relaciones públicas Ruder Finn, con bastantes contratos adjudicados por la ONU, después de que el propio Kofi Annan pidiese a su amigo David Finn, que fuese una especie de «guía profesional» para su sobrino.
Pero no sólo familiares de Kofi Annan se han visto salpicados por el escándalo de corrupción alrededor del programa Petróleo por Alimentos. De momento, hasta cinco altos funcionarios de la ONU, todos ellos con relaciones muy estrechas con el Secretario General y con el PPA están formalmente acusados de conspiración, fraude y lavado de dinero del programa de la ONU en Irak.
El primero sería el propio director del PPA, el chipriota Benon Sevan, amigo de Annan desde hace más de 40 años. Según los investigadores, Sevan, recibió como soborno, en nombre de la compañía suiza AMEP, siete millones de barriles de petróleo entre 1998 y 2001, con los que comerciaba a cambio de ayudar a Sadam Hussein a recaudar fondos para reconstruir su infraestructura petrolífera. «El comportamiento de Sevan era éticamente inapropiado y dinamitó seriamente la integridad de Naciones Unidas» explicó el propio Volcker. Al parecer Sevan vendió estas partidas de crudo a través de la American/African Middle East Petroleum, una compañía de Panamá dirigida por Kajry Abdelnur y Fred Nadler, dos primos del ex Secretario General, el egipcio Butros Butros-Ghali.
Según Sevan, el dinero supuestamente recibido en el soborno y depositado en una cuenta bancaria a nombre de Micheline Sevan, su esposa y también funcionaria en la ONU, habría sido un regalo de una tía suya. Aunque los investigadores del IIC intentaron ponerse en contacto con la tía de Benon Sevan, por suerte para el ex director del programa PPA, la mujer habría muerto justo unos meses antes en un accidente de ascensor en Chipre. Pero lo que sí descubrieron los investigadores antes de abandonar el país de Sevan es que la octogenaria vivía de una pequeña pensión.
El segundo alto funcionario de la ONU acusado es el ruso Alexander Yakovlev, responsable de revisar las ofertas que competían por los suculentos contratos del programa. Esta trama comienza en Liechtenstein en donde está radicada la compañía IHC Services, una firma que daba asesoramiento a la ONU para la adquisición de bienes y servicios. Según parece, la IHC ganó en dos años y gracias al PPA, 12 millones de dólares.
Tras la firma de uno de estos contratos entre IHC y Yakovlev, por valor de 1,2 millones de dólares para el suministro de generadores para la misión de la ONU en Irak, Dimitri Yakovlev, el hijo de 23 años del funcionario ruso fue contratado por la IHC. En comisiones ilegales y sobornos se calcula que Yakovlev pudo conseguir cerca de un 1.300.000 dólares a través de una compañía, la Moxyco Ltd., montada por él en un paraíso fiscal y en donde recibía los sobornos de los contratistas de la ONU. Tras presentar su dimisión, el funcionario ruso fue detenido por la policía de Nueva York acusado de conspiración, fraude y lavado de dinero, y se enfrenta a una condena cercana a los 60 años de prisión.
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